Opinión

José Manuel Pérez-Grande | Sº Federal Sector Aéreo FeSMC-UGT

José Manuel Pérez-Grande | Sº Federal Sector Aéreo FeSMC-UGT

La precaria realidad del sector aéreo

Después de dos veranos marcados por la pandemia, el Sector Turístico español se preparaba hace unos meses para una explosión de la demanda que se estaba pronosticando ya. Probablemente el pronóstico no era tan optimista respecto a los datos que finalmente se están evidenciando. En el sector de la aviación comercial, principal alimentador del flujo de turistas internacionales, ese incremento real claramente ha superado aquellas expectativas. Esta temporada de verano algunos aeropuertos no sólo han recuperado niveles prepandemia, sino que los han superado.

No obstante, las anteriores experiencias respecto al impacto de las diferentes oleadas de la pandemia, la incertidumbre añadida por los posibles efectos en la economía del conflicto de Ucrania y las muy dañadas cuentas de empresas que venían de la peor crisis de su historia, son factores que probablemente han llevado, tanto a aerolíneas como a los operadores de asistencia en tierra (handling) a un determinado nivel de incapacidad para dimensionar sus estructuras a ese crecimiento vertiginoso de la demanda, pero también, quizás, a un exceso de prudencia en su proceso de adaptación.

Uno de los problemas fundamentales está siendo, como en otros sectores, la imposibilidad de captar personal. En este caso, nos centraremos en los trabajadores de aeropuertos. El hecho de que casi durante dos años se haya tenido que prescindir de un volumen importantísimo de plantilla, en España a través de la aplicación de ERTEs, en otros países europeos incluso con despidos masivos, ha provocado altos niveles de fuga de especialistas.

Menos plantillas

En España, la aplicación de una herramienta trascendental como los ERTE dio protección a miles de trabajadores del sector, pero unos miles, aquellos que trabajaban con contratos temporales (la marcada estacionalidad de la actividad llevaba a cubrir los picos de ésta con un volumen importante de contratación ocasional), quedaron en su mayoría sin trabajo y sin coberturas sociales. Otro volumen importante de los que sí tenían contratos indefinidos y que llevaban años en el sector, lo hacían con contratos a tiempo parcial o fijo discontinuo. Para unos y otros, la falta de coberturas o lo reducido de las mismas (pensemos en la prestación de desempleo de un trabajador contratado al 50% de la jornada) les llevó a tener que buscar soluciones en otros ámbitos para poder llegar a final de mes. Algunos de los que tenían mejores contratos y coberturas, que han estado trabajando periodos durante la pandemia, también han sufrido condiciones terribles en el puesto de trabajo como consecuencia de una actividad reducida, sí, pero afrontada con mucha menos plantilla y con constantes cambios en las programaciones de vuelo que les daban absoluta incertidumbre sobre cuál iba a ser su jornada cada día y en qué horarios se iba a producir.

Este problema se está reproduciendo en buena parte de los principales aeropuertos europeos (Amsterdam, Bruselas, Londres, Franckfurt, etc.). La consecuencia la estamos viendo a menudo en los medios de comunicación: aeropuertos colapsados, pasajeros haciendo colas infinitas, acumulación de equipajes, cancelaciones…

Si bien es cierto que pueden estar influyendo factores como la falta de personal de seguridad unido a la complejidad sobrevenida en los trámites para poder volar de los ciudadanos británicos como consecuencia del BREXIT y las huelgas del personal de vuelo en algunas aerolíneas como Ryanair e Easyjet, la falta de personal de handling también está colaborando claramente a la congestión en los aeropuertos.

Los operadores no han sido capaces o han sido demasiado cautelosos, como decíamos antes, a la hora de dimensionar las plantillas de asistencia en tierra.

Dificultad en la contratación

La incapacidad se ha demostrado sobre todo en algunos aeropuertos europeos. Recientemente el SEPE ha publicado en España ofertas de empleo para aeropuertos alemanes. En otros países se han tomado decisiones como provocar enormes paquetes de cancelaciones para evitar el colapso en sus aeropuertos (Lufthansa, Air France/KLM, British Airways, Easyjet, SAS, etc.) ante la imposibilidad de encontrar profesionales. A la mencionada fuga se une la dificultad para encontrar nuevos trabajadores, seleccionarlos y habilitarlos: los trámites para que las autoridades aeroportuarias concedan los permisos necesarios para trabajar en el aeropuerto son tediosos y lentos, algo por otra parte lógico teniendo en cuenta que desempeñan su actividad en zonas de máxima seguridad.

En España, aunque el problema no ha alcanzado aún tales dimensiones, la situación no es del todo diferente. Aquí las circunstancias también nos hacen ver una importante fuga de profesionales (clarísima en zonas como Baleares) y dificultades para captarlos nuevos. Pero en éste último factor es donde podemos entrar en matices.

Y es ahí donde debemos hablar de las condiciones de contratación que se están ofertando. El Convenio de Trabajadores de Asistencia en Tierra, recientemente renovado, no es, en cuanto al apartado de salarios, ni mucho menos, de los peores. Pero esa cautela que mencionábamos antes de las empresas les está llevando a ofrecer contratos eventuales y fijos discontinuos muy precarios en cuanto a la jornada.

Precarización de las condiciones de trabajo

Contratos a tiempo parcial con muy pocas horas garantizadas llevan a salarios equivalente muy bajos. A ello añadimos la absoluta imprevisibilidad de cuáles van los horarios de cada jornada (la cautela lleva a estar trabajando con menos especialistas de los necesarios con lo que a éstos hay que sacarles el máximo rendimiento evitando hasta el extremo cualquier minuto “improductivo”), provocando una exagerada irregularidad de la misma que impide no solamente cualquier iniciativa de conciliación familiar, sino la comprensible búsqueda y compatibilidad de un segundo trabajo que permita complementar el salario para hacerlo mínimamente digno cada mes.

Como decimos, aún no hemos llegado a los niveles del entorno europeo. Quizás aquí los operadores de handling hayan sido un poco menos cautelosos. Pero la realidad es que se está sacando el trabajo gracias al esfuerzo sobrehumano de esas plantillas expertas infradimensionadas, que además deben dedicar parte de su desempeño en asistir compañeros recién incorporados a los que se les da la formación necesaria y al día siguiente se les lanza al ruedo de nada menos que un aeropuerto en el máximo de su ya compleja actividad.

Por ello, no es extraño que se continúe dando un flujo importante de abandonos. Las plantillas están absolutamente estresadas por todas estas condiciones laborales. Lo sufren con la cantidad y la calidad de la carga de trabajo. Lo están sufriendo también porque son los que reciben la tensión de los pasajeros que con motivo de las cancelaciones o las esperas infinitas descargan en los trabajadores que tienen delante, llegando muchas veces a la violencia verbal incluso física, toda su frustración. Porque todo esto añade más inconvenientes a un trabajo ya enormemente estresante como es el de la asistencia en aeropuertos a pasajeros y aeronaves. Con condiciones extremas incluso desde el punto de vista de la salud (no me queda más remedio que recordar estos días de ola de calor a todos las compañeras y compañeros que están trabajando en pista a más de 50 grados).

Se debe poner remedio a esta situación ya. Esperemos que no se tenga que llegar a la solución de tener que reducir la actividad para hacerla asumible como en otros países. Sería una desgracia para un país como éste en que el turismo juega un papel tan fundamental tuviésemos que renunciar al trabajo simplemente porque no podemos asumirlo. Esperemos que se entienda por la Administración y por las empresas que la mejor manera de captar y fidelizar trabajadores es mejorar sus condiciones. Que este sector les puede dar de comer hoy y en un futuro.