Opinión

Afra Blanco | Responsable de Juventud de FeSMC-UGT

Afra Blanco | Responsable de Juventud de FeSMC-UGT

¿Os acordáis, ahora, del delegado/a de prevención?

Qué complicado resulta no escribir en estos días, cuanta rabia e impotencia acumuladas por igual.

Hace jornadas que mi estado de ánimo se identifica con esa Cocacola recién agitada que presiona con fuerza el interior de la botella. Hoy, más sosegada, apenas ya sin gas, es cuando encuentro la relativa serenidad para poder denunciar situaciones que, desde hace días, me inquietan e indignan a partes iguales.

Se me antoja recordar de manera recurrente a esas trabajadoras de Almería a las que se amenazó con el despido por su necesidad de ir al WC sin fichar. O esa ley que marca, salvo especificación en contrario, acuerdo o convenio colectivo, bendita excepción, que quedan excluidos de la jornada laboral los periodos de cambio de ropa y aseo.

Teletrabajo no es escaqueo

También me persigue esa desafortunadísima frase, falsa además de interesada, que he tenido que escuchar en boca de algunos y algunas: “El teletrabajo permite al trabajador escaquearse al bar de al lado a tomarse un carajillo”.

¿Cuántas veces hemos debatido acerca del teletrabajo sin merma alguna sobre nuestro sueldo o sobre nuestros objetivos? ¿Convenimos, o no, que no necesariamente más horas de trabajo conllevan mayor productividad? Innumerables son las veces que hemos dicho que no se trabajan sólo 8 horas si computamos el tiempo de desplazamiento; y años hace que manifestamos que más horas de trabajo no significa necesariamente producir más.

Imposible no recordar ahora esos desplantes a los responsables de prevención que, día tras día, eran ninguneados en los centros de trabajo: innecesarias medidas, decían unos; demasiada inversión en EPIs, lamentaban otros.

Pues bien, asearse en el centro de trabajo no resulta una merma productiva para ningún empresario. Es más, ¡hoy nos instan a ello! Ni trabajar desde casa es un abuso, ni una invitación a ninguna barra del bar. Tampoco la conciliación personal un privilegio, siempre responsable… Pues bien, amigos y amigas, nada de lo mentado resulta ser una tensión administrativa u organizativa tan abrumadora que resulte un escollo de difícil salvación para el eficaz desarrollo de muchas actividades profesionales.

Ahora bien, erigiéndose algunos como los benefactores de la salud, habiendo sido antes los que sostenían el palio de artículos como el 52.d, toca reconocer que puede que esta terrible e indeseable situación que todos vivimos haya servido para recordarles a esos, a los del palio, que sin nosotros, los trabajadores y las trabajadoras, sus proyectos empresariales no habrían alcanzado los objetivos de productividad y económicos fijados. Donde antes éramos vistos como endebles y vulgares naipes de sus castillos, hoy resultamos ser los regios pilares que evitan su desplome en una situación límite.

Reflexionemos pues: ¿Este país puede caminar con aquellos que tantos derechos nos negaron en las mesas de negociación colectiva, a los que tanto poder les otorgamos y que hoy se esconden ante esta debacle sin parangón? Acaso, ¿no lo estamos haciendo ahora?

Trabajadores dando la cara

Y díganme, sin pensarlo demasiado: ¿Podemos avanzar sin nuestros profesionales? ¿Podemos hacerlo sin los currantes a los que se les niega una subida salarial?, ¿sin los que sudan tinta roja para negociar calendarios?, ¿sin los que se hayan en una situación de debilidad en la complicada e injusta jerarquía social?

Es inútil pretender avanzar sin los profesionales de la salud, o los del transporte (público  privado), sin los agricultores, trabajadores sociales, sin el personal de limpieza y seguridad, mantenimiento y servicios auxiliares, sin los hombres y mujeres de los supermercados, del comercio, del sector turístico, de la hostelería, del contat center, de servicios financieros a pie de calle…

Efectivamente hablo de aquellos y aquellas que si hoy no van a trabajar, ni un hospital está limpio, ni un tren sale de la estación en tiempo y forma, ni usted ni yo hoy podríamos mojar pan blandito en nuestra sopa…

Aquellas personas cuyas condiciones laborales no se aproximan, mínimamente, al término dignidad y estabilidad, son algunos de los que hoy están salvando este país. ¿Cuán de imprescindible es un futbolista y cuánto lo es una cajera de un supermercado?

Prevención: de aquellos barros, estos lodos

Hoy son más de 10.000 los delegados y delegadas de prevención de riesgos laborales los registrados con tan ardua labor y más de 47 millones de personas en España los que utilizamos el término EPI- Prevención, salud, cuidados… Sepamos todos, no para fustigarnos pero si para recordarlo, que esos 10.000  hombres y mujeres llevan años, muchos años, denunciando en numerosos y significativos centros la falta de guantes, geles e inclusive máscaras (además de otros medios de protección y medidas de prevención tanto individuales como colectivas) para el desarrollo de su actividad. Sepamos que fueron y son los que cada día en el centro de trabajo reclaman mayor seguridad para nosotros, mayor prevención, protección y cuidados para nuestro bienestar (siendo, en ocasiones, nosotros mismos los que pudimos abandonarlos en la batalla).

Si en aquel entonces esas medidas se hubiesen implementado, hoy la sensación de alarma (y hablo de sensación) no sería la misma. Si estuviera en nuestro vocabulario laboral diario el aseo, distancias, gestión en la atención, etc, probablemente habríamos minimizado parte de aquello que hoy impacta directamente en la gestión de esta terrible crisis. La prevención no es un remedio a posteriori, es una vacuna: prevención es algo cultural, educacional.

Resiliencia y memoria, compañeros y compañeras. Resiliencia y memoria serán las que nos permitirán situar, una vez pase esto, cada cosa en su lugar. Será lo que nos permita, por el bien de todos y todas, reconocer la figura del delegado de prevención de riesgos laborales y, sobretodo, dotarles de incidencia real, efectiva y rápida.

Aprendamos pues de lo que está pasando y de sus consecuencias. Quien crea que lo sabe todo de esta crisis, es que nada sabe.