Opinión

Miguel Ángel Cilleros | Secretario General de FeSMC-UGT

Miguel Ángel Cilleros | Secretario General de FeSMC-UGT

A pesar de la decepción, el próximo 10-N acudamos a votar

Desde mi responsabilidad como Secretario General de FeSMC-UGT, y tras las peticiones que, reiteradamente, a través de distintos comunicados y declaraciones públicas de nuestro Secretario General, Pepe Álvarez, haciendo un llamamiento a los dos principales partidos de izquierda de este país (PSOE y Podemos) para que llegaran a un acuerdo que alumbrara un Gobierno progresista, no me queda otra que expresar, al menos, mi frustración, disgusto y, por qué no decirlo, cabreo.

He sido, desde siempre, una persona comprometida con todos los valores que representa la izquierda política e ideológica. He actuado con coherencia, haciendo todo aquello que he podido -desde mi militancia en un partido progresista y mi pertenencia a la Unión General de Trabajadores- para favorecer la igualdad, la justicia social, la equidad, defender los derechos de los trabajadores y las trabajadoras y luchar -desde la humildad, con lo que cada uno puede aportar en su día a día- por hacer de este mundo un espacio más solidario y justo.

La indignación del votante progresista

Quizás, por esta razón, por ese compromiso que tantas personas de izquierdas hemos ejercido desde el anonimato o en modestas responsabilidades, resulta deprimente, irritante y frustrante ver cómo aquellos que tienen una altísima responsabilidad -de partido e institucional-, y de cuyas decisiones depende el mayor (o menor) bienestar de millones de ciudadanos -especialmente de aquéllos y aquéllas que menos recursos tienen-  sean incapaces de dejar a un lado las diferencias y centrarse en las coincidencias; es decir, apostar por lo que les une y no por lo que los separa. Y, sobre todo, insisto en un hecho trascendental: sus decisiones pueden afectar a muchos, pueden determinar el rumbo de un país y una sociedad que lleva tiempo, quizás demasiado, siendo testigo de la inacción política y del estancamiento institucional.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, han demostrado su incompetencia para ejercer la política en se versión constructiva, en su esencia más natural: la de servir al interés público, mejorar la vida de las ciudadanas y los ciudadanos.

Ya sabemos que hay otros líderes y otros partidos que responden a intereses más particulares, con planteamientos conservadores que son incompatibles con el progreso de la sociedad en igualdad de condiciones y todos los valores que incluye ese concepto, pero ellos no tenían en su mano la posibilidad de cerrar un acuerdo y constituir un Gobierno de izquierdas. Esa responsabilidad la tenían los partidos citados, algunos de sus responsables de primer nivel y, por su puesto, sus dos líderes.

El resultado, lamentablemente, es que nos vemos abocados a unas nuevas elecciones generales. Y es aquí donde quiero poner el acento: a pesar de todo lo expresado, de mi estado de ánimo -como el de tantos otros hombres y mujeres progresistas- el próximo 10 de noviembre iré a votar (y todas las veces que haga falta). Y lo haré por la misma opción política. El inmovilismo del votante de izquierdas -que puedo llegar a comprender por su estado de cabreo- sólo puede traernos un Gobierno conservador. Y esa, desde mi punto de vista, sería la peor de todas las opciones.