Opinión

Afra Blanco | Responsable Juventud de FeSMC-UGT

Afra Blanco | Responsable Juventud de FeSMC-UGT

El futuro sólo puede ser progresista

El Consejo de la Juventud de España (CJE) celebró, el pasado martes, 9 de abril, el debate electoral de jóvenes y para jóvenes en el marco de las elecciones generales del próximo 28 de abril. UGT estuvo allí.

Este evento, que supone el pistoletazo de salida a la campaña del CJE #AgendaJuventud, tiende un pulso a los partidos políticos con propuestas de los jóvenes. Unas demandadas que buscan el reconocimiento de nuestros derechos y libertades, nuestro empoderamiento y, finalmente, la resignificación de nuestras generaciones.

En este sentido, fue especialmente relevante que, una vez más, los jóvenes representantes de los cuatro partidos -todos hombres, por cierto: mal síntoma en un foro de juventud- manifestaran un objetivo común: mejorar las condiciones de vida de la juventud para alcanzar la ciudadanía de pleno derecho en nuestro ejercicio y desarrollo vital.

En todo caso, aunque el debate estuvo marcado por el respeto, debo reconocer que pronto afloraron las distintas estrategias de acción -e ideológicas- a partir de los cuales cada partido pretendía alcanzar el objetivo.

Lobos con piel de corderos

De entrada, y a pesar de la diversidad de partidos que tienen representación, hoy, en el mapa político de nuestro país, se configuraron dos bloques claros en base a afinidades propositivas y discursivas. Y pese a que el bloque conservador insistía en arroparse con el manto de la moderación, sus propuestas, claramente neoliberales, no dejaron lugar a dudas sobre sus pretensiones, algunas de las cuales paso a reseñar.

Defienden el contrato único premiando, una vez más, los antojos de las grandes empresas y sus poderosas asociaciones, en contraposición a los derechos de las trabajadoras y trabajadores. El colectivo social más afectado por su vulnerabilidad ante los cambios en el mercado ya lo conocemos: la juventud.

Lo más sorprendente de la derecha fue el uso interesado de las singlas sindicales para poner en valor los acuerdos alcanzados con nosotros, los representantes de los trabajadores y las trabajadoras. Con ello, convierten en un mercadeo interesado nuestra acción sindical en función de sus intereses electoralistas. Hasta tal punto llega su descaro que en pleno debate lanzan una batería de propuestas en materia laboral que, en ningún caso, las organizaciones de clase, a las que previamente han integrado en su discurso -dejándonos perplejos- hemos secundado como válidas, tampoco negociado ni conocido hasta la fecha.

En este sentido, siguen defendiendo la Reforma Laboral del 2012, que tanto daño ha hecho al legítimo papel de los sindicatos en una democracia, además de dinamitar el equilibrio de poder entre representantes de los trabajadores y asociaciones empresariales en el marco de la negociación colectiva -probablemente el mejor instrumento conocido para un reparto equitativo de la riqueza colectivamente producida.

Igualdad y juventud

Conceptos como feminismo o igualdad parece que ya están superados desde la óptica conservadora, dicho con todo el sarcasmo. Lo cierto es que así se reveló en este encuentro. Para ellos -insisto en recordar que los cuatro eran hombres- la igualdad plena entre mujeres y hombres ya ha sido alcanzada entre los jóvenes…

La ley de violencia de género, la educación pública, las becas, las prácticas, la vivienda, la ley de memoria histórica… En fin, resulta irritante transcribir aquí los argumentos esgrimidos por los voceros de la derecha para justificar sus ideaciones o delirios entorno a cuestiones tan sensibles y de profundo calado social:

Todo lo escuchado en el desarrollo de este debate no hacía más que confirmar las sospechas -y eso que no me gusta prejuzgar- que los sindicalistas allí presentes teníamos y que, de manera inevitable y natural, nos reforzaban en nuestras posiciones de izquierda y progresistas.

El sindicalismo como elemento de contención ante el avance ultra

En el caso de la Organización a la que represento, la Unión General de Trabajadores, sobran los motivos: cada una de las conquistas sociales que se han alcanzado en España han tenido ugetistas al frente. No podemos abandonar nuestras luchas, ni olvidar esos esfuerzos, ni obviar esos sueños que se tejieron con el mismo hilo de los ropajes que hoy abrigan a la sociedad del Estado del bienestar (muy deteriorado, por cierto, en esta década de Gran Crisis).

En UGT sabemos lo que cuesta alcanzar una victoria social por pequeña que pueda resultar. También sabemos la facilidad con la que el neoliberalismo con sus «moderadas» voces de atrezo tardan en arrebatárnosla.

No me considero una mujer aleccionada pero, si alguna vez lo fui, fue para ser una ciudadana crítica, consciente de su pertenencia a determinada clase: la trabajadora. Una mujer libre, sin miedos, con derechos y deberes, como el que ejerceré el próximo 28 de abril en el que, sin duda, contribuiré con mi voto a fortalecer el progresismo en este país.

Tenemos la oportunidad de dar ejemplo a la Europa de Matteo Salvini, Marine Le Pen, Steve Bannon, de Mischaël Modrikamen…  En la actualidad los partidos ultras están presentes en veintiún países del continente. En los últimos años, nunca antes políticas nacionalistas, xenófobas y populistas habían logrado llegar tan lejos. Demos ejemplo a la América de Trump y sus políticas ultraconservadoras.  Tenemos la oportunidad de mostrar al mundo que en España las fuerzas de extrema derecha y sus discursos no tienen cabida, tampoco los pactos con sus organizaciones.

Nosotros, los jóvenes, siempre hemos ido un paso por delante. ¡Volvamos a hacerlo! No dejemos escapar la oportunidad de dar y ser ejemplo a seguir para avanzar hacia el futuro: porque el futuro sólo puede ser progresista.