Opinión

Juana Grégori | Responsable Dep. de la Mujer - FeSMC-UGT

Juana Grégori | Responsable Dep. de la Mujer - FeSMC-UGT

El acoso sexual no tiene zonas grises: hay que posicionarse

Según el Art. 7.1 de la L.O. para la igualdad efectiva de mujeres y hombres 3/2007, constituye acoso sexual cualquier comportamiento verbal o físico, de naturaleza sexual, que tenga propósito o produzca el efecto de atentar contra la dignidad de una persona en particular, cuando se crea un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo (…). Desgraciadamente, tenemos que hablar de este tema cuando una trabajadora, por un comportamiento de sus compañeros y compañeras en el centro de trabajo, ha decidido quitarse la vida víctima de una gravísima persecución.

El acoso sexual comprende todos los comportamientos de naturaleza sexual, tanto aquellos que vayan dirigidos a una persona concreta, como aquellos que pueden ir dirigidos de una forma indeterminada a un colectivo de personas a través de escritos, gestos, palabras o acciones que puedan considerarse ofensivos, lo que llamamos el acoso ambiental en un determinado espacio, como pueda ser un centro de trabajo.

Ante estas, insistimos, gravísimas situaciones, la sociedad, y por tanto las personas trabajadoras como parte de ella, tienen la obligación de posicionarse. En estos días, hemos visto posturas antagónicas, en las que se señala, por ejemplo, que “los hombres no somos capaces de no enseñar un vídeo así”, tal y como ha pronunciado en una televisión el torero Francisco Rivera, dejando a los varones en una posición de seres irracionales que no pueden sujetar sus supuestos instintos más primarios e íntimos. Por otro lado, la Secretaria de Estado de Igualdad (en funciones), Soledad Murillo, sitúa este tipo de actuaciones como una parte más de la violencia de género, aquella que se ejerce contra las mujeres por el mero hecho de serlo. Ante estas dos visiones tan radicalmente opuestas es donde hay que situarse.

Prioridad para UGT

Para nosotras, como mujeres y sindicalistas, el acoso sexual en general, y muy especialmente en los centros de trabajo, tiene que ser una de las prioridades en nuestra actividad. Hay que negociar medidas en las empresas que las comprometan a asignar los medios humanos y materiales necesarios para prevenir, y hacer frente en su caso, a las consecuencias derivadas de este tipo de conductas.

Para ello, además de establecer protocolos de acoso sexual y por razón de sexo en las empresas, en los que se actúe de manera rápida y responsable amparando siempre a la víctima, las empresas deben emprender acciones de formación y sensibilización en la materia de prevención del acoso, en la que queden claramente definidas cuáles son las conductas reprobables que no se pueden admitir, trabajando sobre la tolerancia cero de las situaciones de acoso en los entornos laborales. Para este trabajo, los y las representantes de los trabajadores y las trabajadoras deben tener un papel esencial, tanto en la prevención como en el cumplimiento de los protocolos en las empresas.

Trabajar en un entorno laboral libre de acoso, seguro y sin violencia, es y debe ser una prioridad para todos: sociedad, Administración pública, instituciones, empresas, sindicatos, trabajadoras y trabajadores. El acoso sexual no tiene zonas grises: hay que posicionarse.